viernes, 14 de octubre de 2011

Feeling good.

¡La de emociones y conexiones en el cerebro que puede hacer saltar una simple caricia que pasa bajo la hebilla del sujetador y que muere en la cadera, en línea recta y suave, hacia abajo!
Las pupilas se dilatan, el corazón bombea tan sordo que se esconde entre el ruido del aire al expirar.
El estirar el cuello provoca un escalofrío tan placentero que recorre la médula espinal, que apenas se notan los besos en las clavículas, el mordisco en el lóbulo de la oreja o el suspiro.
[...]
Puede parecer una niñería o una acción que la guía sólo el vicio, pero le gusta pensar que entre miles de personas hay quien se acercó a ella por ser la más alta del bar.
Puede parecer una niñería o una acción que la guía sólo el vicio, pero quiere seguir inyectándose autoestima en el corazón de esa manera.

:)

domingo, 18 de septiembre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

Humedad, pintura y chocolate

Como final del verano que es y como feria y fiestas del pueblo que son, quiero hacer un llamamiento hacia esas canciones que no hacen otra cosa más que sonar en las radios más famosas durante los tres meses de las vacaciones. Pongámonos en situación:

Estás en tu coche. Son las ocho y media, nueve menos cuarto quizás, de la noche de octubre.
Llueve. Y los latidos del corazón los marca el limpiaparabrisas y el leve ronroneo de una radio distinta pero igual.
Las librerías aún no han cerrado. Se encuentran en su apogeo, tanto de trabajo, como de beneficios, como de curiosos que aprovechan el cotarro para buscar carne fresa en el mercado de los libros.
Lo único que ilumina el camino a casa son las luces de las tiendas cerrando y de unas cuantas farolas blancas, ralas, evanescentes en la lluvia, que marcan las líneas de la calle. El ambiente casi fantástico, irreal, como los minutos anteriores a que suene el despertador que disfrutas desperezándote en la cama (“oh, aún me quedan cinco minutos para levantarme, mmmm”).

 Lo único que hace que la escena se cargue de realidad son las dos o tres personas que cruzan las aceras refugiados bajo los paraguas o bajo un fajo de partituras (“vaya, ese se ha despistado esta tarde…”). Los hay también que aprovechan para rematar las últimas compras del día o los que deambulan en busca de algún bar en un día entre semana como el de hoy.

De repente, entre el hipnótico ruido del limpiaparabrisas adviertes que ponen algo “nuevo” en la radio. “Nuevo” porque es diferente a esas canciones baratas y grises que se componen para la temporada (“como si la música se pudiera comparar con la ropa, ¡ja!”). “Nuevo” porque no es más que otra canción que has escuchado ya mil veces pero que ahora se carga de cierta nostalgia. 

Se trata de la canción del pasado verano. Del verano aquel en el que se llevaba el look Bohemio-Fingido en las chicas y el look Geek-Marbel (no por tanto menos fingido) en los chicos. Te recuerda, no sé, quizás a una noche de parranda, a una conversación, a un ambiente, a una persona, a una playa, a una carretera…
Todos la hemos bailado, discutido, odiado, cambiado en cuanto salía por la radio, reído, gozado, descargado. A ti en concreto puede que no te haga mucha gracia, pero, no sé, te ha dado por dejarla. Te recuerda algo bueno.

¿Te ha logrado trasladar a algún lugar o recuerdo?

Eh, pues ahora vuelve a la realidad. Recuerda que sigues conduciendo camino a casa y está lloviendo. Vuelves a bajar el volumen de la radio, dejando un eco que se apaga, que suena a algún tipo de nostalgia rara que se repite cada vez más en el limbo, más lejos de la realidad. De tu realidad de ahora.

Acabas de llegar a casa.


[...]

Ahora lo que se escucha desde mi habitación es el zumbido sordo de la feria. Huele a húmedo, pintura, aceite de freír y a chocolate con churros. Entre tanto se intercalan pitidos de coches estancados en los alrededores del ferial, esas canciones del verano tan vacías, la voz cascada de la tómbola, pasos de gente… Encapotando en realidad una canción de Kings of Leon.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Mrs. Cat strikes again


Los estudiantes le inyectan un no sé qué que qué sé yo a Granada.
Es como si la ciudad despertara de un caluroso letargo para efervescer con la ayuda de miles de personitas.
Mrs. Cat contribuye a este extraordinario suceso que acontece una vez cada septiembre. Hoy ha vuelto a pisotear por el barrio. El barrio que tantos recuerdos le trae.
Esa es la panadería de siempre, con el característico olor a matalahúva y a azúcar requemada. Las cafeterías emiten multitud de ruidos, en especial la de en frente de la lencería: las risotadas de la camarera, el bullir de las cafeteras, el chocar de las cucharillas, el silencioso vaivén de los camareros vestidos de negro.
La verdulería sigue ofreciendo el abanico de tonos chillones y vistosos. El camión sigue aparcado en frente del “Todo a Cien” de los chinos y el mismo muchacho rapado pasea un remolque de cajas cargadas y vacías de un lado a otro de la curva de la acera. Siempre mira a los ojos a Mrs. Cat cuando la ve pasar. Ella cree que es su forma de dar los buenos días.
Saliendo del barrio y tomando el mismo camino de siempre, ve al mismo ciclista acompañado por el mismo perro en la puerta de la misma bollería, comprando algo para desayunar que envolverá en una bolsita de papel y que se llevará más allá de la parada de autobús.
Los médicos y enfermeros del Hospital Clínico conforman un ir y venir de batas blancas, olor fuerte a perfume y tintineo de estetoscopios contra algún bolígrafo en el bolsillo.
Así van sucediendo un episodio tras otro.
Todo con la misma movida rutina de las mañanas temprano. Todo en el mismo sitio donde Mrs. Cat lo había dejado todo antes de partir.
Una vez arriba también la esperaba la misma gente. Las mismas anécdotas, aunque distintas, siempre sonaban familiares de las bocas de aquellas personas. Los mismos saludos…
La misma mano que intentó posarse sobre el hombro... 

jueves, 1 de septiembre de 2011

Sturm und Drang castizo




Abre la ventana del verano por septiembre para que entre el aire de otoño.
El color azul del cielo destiñe por su exceso de lágrimas.
El suelo se vuelve cano, muriendo allá lejos donde se empuña la media luna
por personas que quedaron atrapadas en el tiempo.
...
No sé qué tiene el aire de septiembre,
que vuelve lo caduco más vivo, más lleno de energía
lo marchito, lo profundo, más sensible. 
Con más sentido.
Algo espeluznante completamente atractivo.



La fotografía es de Cristina García Rodero. Se titula Septiembre. Pertenece a una colección de fotografías que se llama La España oculta, donde intenta (y creo que consigue de forma sublime) captar las costumbres retorcidas de la España convulsa de los años 70 además de captar lo anecdótico, como si quisiera crear con su cámara un ambiente de irrealidad y de romanticismo para hacer que con los detalles más insignificantes se nos abra la boca.
Quizás lo haya pintado muy bien, pero ha exaltado mi vena romántica decimonónica.
Y hablando de costumbres curiosas... Se acercan las fiestas del pueblo.

jueves, 18 de agosto de 2011

Felina, nocturna.


Si a Mrs. Cat le dieran algo a cambio cada vez que lame con lenguas de gato corazones rotos, tendría un castillo hecho de palillos de piruletas de cereza.

A veces es incluso ella la que resquebraja los corazones. Sin darse cuenta. Como si pasara distraída por detrás de un expositor con una figurita de loza. Y, cuando ve que se precipita, en lo único en que piensa es en echar a correr. No le gusta cómo suenan los corazones rotos.

Mrs. Cat es especialista en sentirse mal por cualquier cosa.
Sigue recordando melancólica algunos recortes de periódico gris que superpone en el cobre estival del trigo, allá por casa. Esos recortes siempre la acaban llevando de nuevo a Granada.
Pronto volverá a hacer retumbar el eco de la suela de sus botas contra las aceras encharcadas y atestadas de gente por la Gran Vía, haciendo resonar entre dientes alguna cancioncilla de Niclas Frisk.

Mientras tanto, Mrs. Cat desduerme las noches soñando de día. Por etéreo que parezca, soñar es lo único fuerte a lo que se puede aferrar.
Fuerte…

lunes, 1 de agosto de 2011

Así habló...

¿No habéis oído hablar de la mujer que tachaban de loca? Sí, esa mujer que se dedicaba a encender velas al medio día.

Un día decidió salir corriendo por las calles de la Gran Ciudad gritando “¡Busco al amor! ¡Busco al amor!”
Los transeúntes más cínicos reían a carcajadas. Incluso la rodeaban contoneándose, la acorralaban y decían cosas como:
-Qué, ¿se ha perdido el amor?- decía uno.
-¿Se ha perdido como un niño pequeño?- preguntaba otro.
-¿O es que nadie puede mostrártelo?
Así gritaban y reían.

No.
El amor al que ellos se referían no era el que de verdad estaba buscando.
Finalmente se armó de valor.
-¿Dónde se ha ido el amor? Yo os lo voy a decir- les gritó.- ¡El amor ha muerto y nosotros lo hemos matado! – Hizo una pausa.- Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena del que era su Sol? ¿No caemos incesantemente? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer cada vez más? ¿No es necesario encender velas en pleno mediodía? ¿No oímos todavía cómo los sepultureros del amor construyen bellas tumbas en su honor? ¿No habéis escuchando nunca una canción, una melodía, un poema? ¿No notáis que se marchita como la Rosa? ¡No sólo las plantas se marchitan! Pero he llegado demasiado tarde.

La gente seguía riéndose de ella mientras veían cómo se marchaba, cabizbaja. Entre sus labios aún se escapaban susurros que decían “Busco al amor, lo busco… ¿Dónde se habrá metido? Aquí no…”

La velocidad del tren sin rumbo y sin estación donde parar, que era la sociedad dejó caer su vagón y la dejó parada en mitad de la nada. Probablemente no volvería a por ella. Sin embargo, era la misma sociedad. Esa que una vez se portó con el amor como si del Principito con su Rosa se tratase: “Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso”.
Ahora parece que el Principito se ha olvidado de su Rosa y ha dejado que, pese a sus espinas, un cordero se la coma. O simplemente ha olvidado regarla y se ha marchitado.

Ella arrastraba ahora una flor marchita en su corazón, pero aun así la llevaba con ella.
Arrastraba el cadáver del amor sobre su espalda, alegrándose incluso por cosas que no existen. Y así, imaginando su felicidad, continuaba por un camino hacia lo incierto, lleno de cambios… Que la convertían en el último ser humano sobre la Tierra.

viernes, 22 de julio de 2011

Cuestión de olores...





Supongo que ya empiezo a tener ganas de ir a la playa. Si no... No me explico por qué me pongo nostálgica cada vez que entro a una pescadería.

lunes, 23 de mayo de 2011

"El mundo se está volviendo egoísta"

"Es necesario que la vida tenga sus ciclos", y esperando sentada a que se cumplieran, se dio cuenta de que "ya no quedan casualidades buenas".
La culpa era suya, que las gastó demasiado pronto.
Hay quien cree que puede comprar un corazón nuevo- piensa.
Ella no.
"Se lo lleva puesto".
Las cosas pueden tener la importancia que uno quiera darles.
Hay quien cree que uniendo casualidades puede contar su vida entera- piensa.

Ella no.
Sabe que sólo mirando a través de un cristal, desde la ventana de un sitio tan alto tan alto, no se consiguen las cosas. Y que para saber lo que una quiere hay que ser muy selectiva.


Las cosas pueden tener el significado que uno quiera darles- pienso.
Y en estos momentos, a más de una situación se le puede dar una doble lectura.
Más de una situación puede parecer estar llamando al fracaso a viva voz, mas, entre dientes, puede estar llamando a no rendirse nunca.

sábado, 23 de abril de 2011

I've been broken for a while, but I'm not missing you

Había pasado mucho tiempo.
Realmente no eran más que casi cuatro años. Aun así, cuatro años son suficiente para olvidar por completo una sensación concreta.
Cada noche se dormía apretando las frías sábanas contra su cuerpo.
Cada noche se dormía echando de menos una sensación.
Una mañana decidió salir a pasear con sus pensamientos. Se despertó con la sensación en el cuerpo de que nada iba a cambiar.

Cuán equivocada estaba.






El viento frío del parque le movía todo el pelo delante de la cara. También le despejaba las ideas.
Inhaló una gran cantidad de aire frío que le heló los pulmones.
El corazón se creía tan frío que fingió no darse cuenta.
Entre el gris piedra del parque apareció una sombra negra. Una sombra negra con un rostro blanquísimo.
Sonrió abiertamente.
Sonrió hambrienta.
Los ojos se llenaron de luces, de la imagen de la sombra.

Había recordado.

La apariencia juvenil se había ido, aunque aún seguían presentes un cabello largo y negro precioso, una piel impoluta y unos ojos pequeñitos y separados que brillaban bajo unas cejas ralas.
Una caricia en el mentón camuflada con guantes de cuero apremió a las palabras.
-Es como el roce de una sábana fría.-dijo ella.
-Eso es porque no soy real.
-Da igual.- Sacudió la cabeza, sonriente.- Qué bien te sientan los treinta.
-Y a ti los casi veinte.

[...]


Es curioso que, a veces, lo que más te ayuda a recordar es una canción que no conocías de nada.

jueves, 7 de abril de 2011

Por las primeras palabras

Imaginad la situación:
Papel en blanco.
Tienes una idea revoloteando por la cabeza y sin una salida de emergencia. Has pensado el cuerpo de la idea, incluso el adorno gracioso que quieres ponerle a la última letra cuando termines de escribirla.
Lo único que falla es que no sabes cómo perturbar el blanco del papel.
El resto viene solo.
Sería similar a una conversación por teléfono cuando se hace de repente el silencio y sigues con algo que decir.

"-¿Has terminado ya de hablar?
Al otro lado del auricular se escuchaba la respiración con el mismo efecto de un micrófono viejo. Algo pasaba.
-En realidad no...
Pasaron unos segundos de palpable silencio. Esos segundos largos en los que un ejambre de palabras quiere salir de los labios aun sin saber a qué se enfrentan.
-¿Y bien?
-No sé... Quizás llevamos tanto tiempo sin vernos que se me ha olvidado cómo hablarte.
-Piensa entonces tus primeras palabras, hermanito.
Del auricular llegó el sonido cascado de una risita."

jueves, 24 de febrero de 2011

Una película que significa demasiado.

"Mathilde... Si no puedes llorar, habla. Y si no puedes hablar, calla. Pero... En fin, a veces empezamos a hablar y nos ponemos a llorar, y al llorar decimos lo que no hemos dicho al hablar.
No sé si me entiendes.


Si no, sigue así, con esa cara de boba".

miércoles, 26 de enero de 2011

Presentación de Ms. Cat

A Ms. Cat le gusta hacer sonar fuerte las botas contra la acera cuando camina.
Le gusta estirar las piernas lo más que puede para hacer que el dibujo de sus medias de blonda se estire a lo largo de su metro de piernas.
Le gusta mirar las baldosas. Cuando ha recorrido una calle tantas veces como esa, prefiere ir mirándose los pies. Es así de ególatra.
A Ms. Cat le gusta observar desde las esquinas y sonreír felina, haciendo brillar sus ojos de gata. Va buscando algo. Y en la esquina gris la abordan con un comentario, con una frase.
Ha encontrado algo.
Es un ser diferente a ella, de otra raza, curtido en vida.
Se nota en la mueca de su sonrisa.
A Ms. Cat le gusta investigar. Sigue con la mirada a ese desconocido para conocerle. Siempre desde las sombras.
Sin embargo le gusta hacer ruido cuando le sigue.
Le gusta que la mire con el rabillo del ojo.
Ha encontrado algo.
No es lo que buscaba, pero le gusta.





Ahora que es época de exámenes me fijo más en las personas de mi alrededor y no paro de inventar historias absurdas.
Será por eso.
No me puedo concentrar.

martes, 11 de enero de 2011

Momentos pequeños y estúpidos.

Y allí estaba ella.
Dando pasos pausados entre las estanterías de libros.
Clac, clac.
La suela de sus botas marcaba el ritmo de sus latidos mientras hundía las yemas de los dedos en las letras en relieve sobre los lomos. Pasaban como los árboles de la carretera en un viaje en autobús.
Entre páginas le veía.
Se acercó un poco a él, pero un espejo la asustó. Respiró hondo.
Clac, clac.
Esperó distraída a su lado, pensando, maquinando las palabras justas. Cómo saludar, cómo parecer cortés. Hasta que él alzó la mirada.
Ella se pasó la lengua por los labios, que de repente se habían quedado secos y mudos.
Y disparó.
No las palabras que tanto había pensado, sino una frase sin pies ni cabeza que él pareció comprender.

Sígueme.

Torpe.

martes, 4 de enero de 2011

Abstracción felina.

El gato mira melancólico las manos.
Es como el juego de abstracción que relata Cortázar en su libro de Historias de Cronopios y de Famas (Posibilidades de la abstracción; página 60).
El gato se abstrae con las manos.
Lo único que ve son pájaros carnosos que baten sus alas de manera arrítmica y separadas del cuerpo. Se relame.
Sabe que quiere que pasen por su lomo, pero sin embargo todo queda ahí. Ahí tiene su momento de lucidez.
No quiere morder. Y, ahí sigue.
Mirando lejano desde su cojín, esperando al pájaro perfecto que imagina, algún día se pose sobre su lomo. Y él no gruñirá ni silbará. No morderá.

Pero, ¿a caso eso le inquieta ahora?