martes, 11 de enero de 2011

Momentos pequeños y estúpidos.

Y allí estaba ella.
Dando pasos pausados entre las estanterías de libros.
Clac, clac.
La suela de sus botas marcaba el ritmo de sus latidos mientras hundía las yemas de los dedos en las letras en relieve sobre los lomos. Pasaban como los árboles de la carretera en un viaje en autobús.
Entre páginas le veía.
Se acercó un poco a él, pero un espejo la asustó. Respiró hondo.
Clac, clac.
Esperó distraída a su lado, pensando, maquinando las palabras justas. Cómo saludar, cómo parecer cortés. Hasta que él alzó la mirada.
Ella se pasó la lengua por los labios, que de repente se habían quedado secos y mudos.
Y disparó.
No las palabras que tanto había pensado, sino una frase sin pies ni cabeza que él pareció comprender.

Sígueme.

Torpe.

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