jueves, 18 de agosto de 2011

Felina, nocturna.


Si a Mrs. Cat le dieran algo a cambio cada vez que lame con lenguas de gato corazones rotos, tendría un castillo hecho de palillos de piruletas de cereza.

A veces es incluso ella la que resquebraja los corazones. Sin darse cuenta. Como si pasara distraída por detrás de un expositor con una figurita de loza. Y, cuando ve que se precipita, en lo único en que piensa es en echar a correr. No le gusta cómo suenan los corazones rotos.

Mrs. Cat es especialista en sentirse mal por cualquier cosa.
Sigue recordando melancólica algunos recortes de periódico gris que superpone en el cobre estival del trigo, allá por casa. Esos recortes siempre la acaban llevando de nuevo a Granada.
Pronto volverá a hacer retumbar el eco de la suela de sus botas contra las aceras encharcadas y atestadas de gente por la Gran Vía, haciendo resonar entre dientes alguna cancioncilla de Niclas Frisk.

Mientras tanto, Mrs. Cat desduerme las noches soñando de día. Por etéreo que parezca, soñar es lo único fuerte a lo que se puede aferrar.
Fuerte…

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