jueves, 16 de septiembre de 2010

Silencio.

Silencio en la noche. Sólo lo rompía el gotear del grifo de la cocina y el ruido que aún venía de la calle.
Una se dedicaba a ojear la lista de componentes en el programa de una actuación de orquesta. Otra recorría con los dedos los cuadrados estampados en el mantel de la mesa. Ambas con la mirada perdida.
Perdidísima.

Una suspira. Y volviendo en sí dice:
-¡Qué tontas somos!
-… ¿Por qué?
-¿Tú qué crees?

Estallaron en risas. Pero no una risa sonora, sino bajito, muy bajito. Como si se rieran de puntillas.
El reloj marcaba las cuatro de la mañana.
En el pasillo se enciende una luz.
-¿Todavía estáis despiertas?

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