viernes, 6 de abril de 2012

Bye bye, beautiful

Las calles empedradas del barrio se comían los pasos de Mrs. Cat, llenándolos de un sinsentido incómodo que no sabría describir.
Algo le estaba estorbando: Un nido de pensamientos y de recuerdos que se columpiaban entre sus largos cabellos color castaño viejo.
Ya no sólo Mr. Neo conformaba esa espiral de vicio y de noches sin dormir que desordenaba su mente, creando una algarabía confusa de olores, sabores, sonidos, imágenes y tacto.
Había probado otro mundo, otra historia diferente.
Demasiado larga de contar quizás.
Y sin embargo ocurrió todo tan deprisa…
Para luego desaparecer de repente sin decir ni adiós.
Mrs. Cat llegó a una conclusión:
Había algo en ella que se transformaba en un cartel luminoso de neón que gritaba a los cuatro vientos “soy una persona susceptible, vulnerable, inestable; haz conmigo lo que quieras”.
Nada más pensarlo, las lágrimas venían a sus ojos de gata.
No solía llorar a menudo, pero en esos meses había bebido agua salada demasiadas veces para su gusto. Quizás dos, tres… Bah, esas ya son muchas.
Impidiendo que la sal cristalizara en sus largas pestañas negras se dio cuenta.
¿Qué es lo que caracteriza a las princesitas, a las mujeres poco activas, divinas, frágiles…?
El cabello largo. El cabello largo por el que el príncipe esperado escalaría un día para anidar en sus sesos y conseguir que no pensara en otra cosa más que en él.
Pues se acabó.
Un buen día, Mrs. Cat decidió cortar la escala de los sueños desde la tierra para hacérselos ella sola. Pasó de ser la bella Rapunzel para convertirse en la guerrera Juana de Arco, batallando por unos ideales: los suyos.
Y no habría quien la salvara, pues ya estaba perdida.
Y no habría quien anidara en su mente, pues ya estaba ocupada con las maletas y sus trastos personales.
Y no habría quien consiguiera convencerla, porque ya estaba decidida.
Y los pensamientos y recuerdos, bichos inmundos, notaron el frío acero de las tijeras a la altura de los hombros, cayendo estrepitosamente.
Junto con ellas hubo algo que cambió en Mrs. Cat con el paso de los días: cayeron sus orejas de gata, sus bigotes y sus lindos ojos naturales se ahumaron. Los colmillos se afilaron y las uñas (aunque recortaditas y normalmente con algún tipo de esmalte) se afilaron.
Se había convertido en una especie en peligro de extinción. Y como tal, debía luchar por su supervivencia a su manera. Pues se había dado cuenta de que estaba más sola de lo que creía.
Y eso le gustaba.